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Entras en una casa increíblemente desordenada y bastante sucia. Una anciana vestida con harapos negros se apresura a cerrar la puerta a tu paso. Oyes como la Guardia Negra pasa de largo. Empiezas a agradecerle a la anciana su acto de bondad, cuando ves que ella se gira rápidamente y clava sobre ti unos ojos increíblemente verdes. Notas un agudo dolor de cabeza. Por el contrario, a ella se le ilumina el rostro con un amplia sonrisa de alegría y esperanza. Ve a 96 .